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El desfile de la colección otoño invierno 2023/2024, ideado por un equipo de diseño de transición tras el adiós de Alessandro Michele, está repleto de referencias explícitas a la era de Tom Ford. Al menos de momento, el sexo quiere volver a vender en Gucci.

En febrero de 1995 Tom Ford presentó su segunda colección como director creativo de Gucci con su propuesta para la temporada de otoño invierno de aquel mismo año. El estadounidense, que había llegado cinco años antes al equipo de diseño de la marca, tenía el encargo de revitalizar una firma en decadencia que llevaba en declive desde los años 80. Así que una vez pasado su desfile debut, en el que había contenido un poco sus impulsos creativos, lo puso todo a una sola carta: combinó camisas de satén desabrochadas con pantalones de tiro bajo y sacó a desfilar a Amber Valletta y a Helena Christensen con abrigos de pelo en colores impactantes como el verde pistacho o el naranja. La sexualidad mezclada con el lujo había llegado a la marca italiana en el mejor contexto posible.

En las siguientes temporadas el Gucci de Ford siguió encapsulando el sex appeal como marca casi registrada: en el verano de 1996 puso a Kate Moss sobre la pasarela con un top mínimo -tan pequeño que podría considerarse un sujetador- y un cordón al cuello a modo de fetiche; y para el otoño de 1996 pidió también a Moss que abriera el desfile con un atuendo completamente negro coronado por un ajustadísimo cinturón negro de hebilla dorada. Aquella jugada consiguió aumentar los beneficios de la marca en un 90% entre 1994 y 1995. En aquellos años la carta del sexo fue transversal en la industria de la moda. Otro caso: otro diseñador (Karl Lagerfeld) al frente de una marca en plena revolución (Chanel) vio la jugada y subió la apuesta en un desfile con 200 looks en el que Stella Tennant, Amber Valletta, Eva Herzigova y Carla Bruni, entre otras modelos, salieron a pasear con un mínimo bikini negro en el que la doble C de la marca ejercía de pezonera. Chanel, de pronto, era sexy. El sexo vendió, y mucho, en aquella década.

Si todo esto suena familiar hoy es porque el nuevo Gucci, capitaneado por Sabato De Sarno como director creativo (su debut será en septiembre) tras la salida de Alessandro Michele, ha presentado hoy una “colección de transición” a cargo del equipo de diseño de la marca que rompe con el universo abigarrado, barroco y kitsch de los últimos años, en los que contó con amigos de la casa tan dispares como Carlota Casiraghi, la artista Billie Eilish, el actor Jared Leto o el cantante Harry Styles. Es evidente que la colección otoño invierno 2023/2024 de la marca italiana está inspirada no solo en el legado de Ford al frente de la firma (fue su director creativo hasta 2004, cuando le sucedió Frida Giannini) sino también en la idea sexualizada de la moda que triunfó en todas las marcas en los años 90. En la colección mostrada hoy en Milán están todos los elementos que definieron aquella época: el naked dress (vestido desnudo, literalmente en inglés), los tangas, los sujetadores convertidos en prendas exteriores, los acabados brillantes, el tiro bajo, los colores de impacto, los abrigos grandes de pelo (ahora falso), las transparencias nada sutiles, los cinturones con logo, las faldas a la rodilla y como concesión contemporánea, las americanas y abrigos extragrandes con hombreras de grandes proporciones. Y, por supuesto, las pezoneras con la G.

Para la firma, la nueva colección funciona como un juego en el que se vuelve a una época conocida para descubrir cómo han evolucionado las prendas que la caracterizaron: los trajes se han magnificado, mientras que las camisas y los conjuntos de dos piezas –tops y faldas– aparecen minimizados. Los trajes de lana o piel destacan por su corte oversize de hombros voluminosos, escotes pronunciados y pantalones de tiro bajo. Las faldas adoptan expresiones largas o hasta la rodilla en telas vaporosas con adornos de encaje reminiscentes de piezas de lencería. Un concepto evidenciado por un sujetador metálico GG incrustado con cristales que marca la tónica de una extravagante selección de joyería que domina escotes y cuelga dramáticamente hasta el suelo.

En la marca, lo expresan así: “La colección femenina otoño-invierno 2023 de Gucci conecta las culturas creativas que transfertilizan la historia de la Casa a través de una propuesta evocadora a la vez que contemporánea. Esta expresión libre, inspirada en memorias colectivas que desdibujan los límites del tiempo, es un reflejo del corazón que da vida a Gucci: el ecosistema de diseñadores y artesanos cuya visión compartida de la Casa ha ido pasando –y evolucionando– de un creador a otro durante más de un siglo”, dicen, en una nota de prensa. Esta colección es “un eufórico diálogo entre pasado y futuro” que “reaviva la influencia de los visionarios que la encabezaron, allanando el camino para que su patrimonio alcance una nueva dimensión”.

Salta a la vista que los accesorios siguen siendo muy importantes para la marca: las nuevas reinterpretaciones redondeadas del bolso trapezoidal de cadena, con el Horsebit como elemento central, están disponibles en múltiples versiones: acolchada, con cristales y en piel contrastante. En homenaje a uno de los iconos de nuestro archivo, el bolso Jackie mantiene su forma original, pero con líneas suavizadas, y se oferta en tonos bicolor y en piel GG repujada. El clásico mocasín Gucci se alza sobre una suela de goma, mientras que las botas de nieve diseñadas originalmente para la colección de esquí de los años sesenta reaparecen con tachones de Horsebit. El tacón kitten domina las sandalias cuadradas, las botas de caña ancha y las sandalias con adorno de cabeza de tigre inspiradas en el bolso Dionysus. Las botas de boxeo y los botines de baloncesto ponen la guinda a la colección con un ligero toque deportivo.

El giro a lo sexy es del todo intencional: “La silueta recuerda al lenguaje formal erótico y glamuroso de Gucci durante los años noventa y principios de los 2000, pero con la paleta de colores eléctrica y suntuosa propia de la década de 2010”, explican en la marca.

Los Pinault-Hayek seguían la jugada desde la primera fila del desfile (François Henri Pinault, presidente de Kering -el conglomerado de marcas de lujo al que pertenece Gucci-, y su mujer, Salma Hayek, acudieron al desfile con su hija Valentina Paloma), así como el rapero A$AP Rocky (protagonista de la nueva campaña de la marca) y algunas de las fieles a la marca en los últimos años, desde la actriz Dakota Johnson a la cantante Florence Welch.

Habrá que esperar a septiembre, a la primera colección de Sabato De Sarno, para ver cuál es el camino que esta vuelta a lo sexy ha pavimentado en el futuro Gucci.

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